Summertime

Por Rebeca Maseda
Finalmente… ¡Llegó el verano! Esa época del año en la que la gente del norte vive en la calle y la del sur intenta sobrellevar el calor como puede. Llevo un año y poco viviendo en Sevilla y quienes me conocen bien saben que soy la más norteña del universo y que la vida a veinte grados me hace muy feliz.
Pues bien, al buen tiempo, buena música, y precisamente de eso quiero hablaros hoy. Porque si hay una canción que suena a sol, a noches largas y a brisa templada acariciando los pies descalzos, esa es Summertime. Ese tema que parece escrito para quedarse mirando al cielo sin hacer nada más. Pero ojo, que detrás de esa melodía suave y casi hipnótica hay una historia bien curiosa.
La canción fue compuesta en 1934 por George Gershwin, un genio neoyorquino que mezcló como pocos el jazz con la música clásica, el góspel con la ópera, y que tenía esa capacidad mágica de hacer que todo sonara fácil cuando en realidad era puro malabarismo musical. El tema forma parte de la ópera Porgy and Bess, estrenada en 1935 y basada en una novela de DuBose Heyward, quien también colaboró en la letra de la canción.
La idea era crear una especie de nana cantada, una canción de cuna que recogiera el alma y la tradición espiritual afroamericana. Y vaya si lo consiguió. La primera vez que suena Summertime en la ópera, una mujer negra canta para calmar a su bebé mientras le promete un mundo mejor que, paradójicamente, sabemos casi seguro que nunca llegará. Así de potente es la cosa: sencilla en forma, pero profunda como un pozo sin fondo.
Y ahora llega el momento en que entra ella, la reina indiscutible: Ella Fitzgerald. Si Summertime ya era buena, cuando ella le pone voz... ya no hay vuelta atrás. Fue en los años 50 cuando Ella, junto a Louis Armstrong, grabó una versión que hizo historia. La voz de Ella es como una limonada fresca en un día de calor pegajoso: clara, elegante y al mismo tiempo llena de fuerza. Su interpretación convirtió Summertime en un estándar del jazz, de esos que todo músico quiere tocar al menos una vez en la vida.
Pero lo más loco de todo esto es que Summertime es, atención, una de las canciones más versionadas de la historia. Se calcula que existen más de 25.000 versiones. Desde Billie Holiday hasta Janis Joplin (con una interpretación desgarradora que parece que va a arder el mundo), pasando por Norah Jones, Miles Davis o incluso Sublime, aquella banda de ska-punk de los noventa. Un auténtico fenómeno musical que, con cada nueva versión, sigue renaciendo, como el verano cuando regresa tras meses de frío.
Hay quien dice que Gershwin se inspiró en el espiritual negro Sometimes I Feel Like a Motherless Child, pero lo cierto es que él pasó bastante tiempo empapándose de la cultura sureña, intentando captar la esencia de la música de la comunidad afroamericana. No fue un copia-pega, ni mucho menos. Fue un trabajo de escucha y respeto, algo que se nota en el resultado final.
Así que, ya sabéis: si este verano os da por poner música mientras tomáis algo fresquito, dejad que suene Summertime. Y si podéis, buscad la versión de Ella, porque, amigas y amigos, hay canciones que son eternas, y esta es una de ellas. Una de esas joyas que consiguen que, por unos instantes, todo parezca estar en su sitio.
Y como diría la propia canción...
“Summertime, and the livin’ is easy…”