CAS Costa Lugo: Sumergirse para ver y proteger lo que otros no pueden ver

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El club CAS Costa Lugo transforma el buceo en una herramienta de conocimiento del medio marino, fomentando la participación de la comunidad
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13 Jul 2025

Por Ana Somoza.

Hace más de una década, un grupo de amantes del mar decidió formalizar su vínculo con el fondo marino de la costa lucense. En el año 2012 nacía el Centro de Actividades Subacuáticas Costa Lugo Buceo Viveiro —más conocido como Cas Costa Lugo—, una entidad que, según explica su presidente, Julio Vázquez, surgió del deseo de “conocer nuestra costa desde dentro”.

La idea, dice, partía de algo muy sencillo pero profundamente transformador: “Todos los que buceamos somos un poco aventureros, y queríamos explorar la naturaleza que tenemos al lado de casa”. Esa curiosidad se convirtió, con el tiempo, en un compromiso profundo con el medio marino y con una forma colectiva de vivirlo: “No es un deporte solitario. Existen normativas, como ir siempre en pareja, llevar bandera de buceo o disponer de una embarcación. Es un trabajo en equipo”.

UNA COMUNIDAD ACTIVA. Hoy Cas Costa Lugo cuenta con alrededor de 150 socios, todos ellos practicantes de buceo recreativo y no profesional. Aun así, están federados, algo que, según cuenta Vázquez, “tiene ventajas que no te ofrece un seguro privado de responsabilidad civil”. La federación es también una forma de dar respaldo legal y organizativo a la actividad que desarrollan, que ha ido evolucionando con los años. “En todo este tiempo cambiaron muchas cosas”, reconoce.

“La legislación actual es mucho más exigente en cuanto a medidas de seguridad. Y también avanzamos en otros aspectos: ahora mismo hay normativas específicas que permiten que los niños también puedan iniciarse en el buceo”. La democratización de esta actividad ha llegado también a la infancia, y eso, para el presidente del club, es una excelente noticia: “Cuando un chaval conoce el fondo marino, queda marcado para siempre”.

SENSIBILIZAR. Uno de los ejes de la actividad del club es la organización de campañas de limpieza de fondos y playas. Llevan años realizando acciones de retirada de basura en las aguas de Viveiro, Ribadeo y otras zonas de la costa lucense. “Lo hacemos al menos una vez al año, y vamos variando el lugar según dónde veamos que podemos sensibilizar más a la gente”, explica Julio.

Para él, el valor principal de estas intervenciones no está solo en la cantidad de residuos retirados: “Lo más importante no es llenar sacos de plástico, sino el impacto que eso tiene en quien lo ve. Si la gente observa lo que hay en el fondo, toma conciencia. Si ven que hay daño, intentan protegerlo”. El objetivo es que la sociedad se implique. “La naturaleza es un espejo”, reflexiona, “y aunque el fondo del mar no se vea, hay mucha vida ahí abajo”. Por eso insiste en la importancia de conocerla: “Cuando amamos algo, lo protegemos”.

“La limpieza no es recoger plásticos, es sensibilizar. Si conseguimos concienciar solo a una persona, el trabajo ya merece la pena”

DE BOTELLAS A MASCARILLAS. Las cosas que aparecen en el fondo del mar son tan diversas como inesperadas. “Encontramos un poco de todo: plásticos, cabos, móviles, mascarillas de COVID…”, relata. Pero hay hallazgos que resultan especialmente impactantes. “Lo de las mascarillas fue muy llamativo. Primero porque nos hizo recordar aquella época tan dura, pero también porque muestra lo frágil que es nuestro mundo”, comenta. En otros casos, el tiempo sorprende: “En una ocasión encontramos una botella de leche de los años setenta u ochenta”.

Los residuos también revelan los problemas estructurales del litoral. “Las depuradoras y los aliviaderos de las zonas costeras no siempre pueden asumir el volumen de agua en épocas de lluvia intensa o de mucho turismo”, advierte. Esa incapacidad, afirma, hace que muchos desechos acaben en el mar. “Es muy habitual encontrar compresas bajo el agua, mucho más de lo que la gente piensa”.

EL PODER DEL EJEMPLO. Preguntado por el impacto real de estas campañas, Julio no duda: “Si conseguimos concienciar solo a una persona, ya merece la pena”. Su enfoque es claro: “No hacer nada no es una opción. La unión hace la fuerza, y frente a un problema grande necesitamos una solución también grande, colectiva”.

El club también se involucra en la divulgación. Están desarrollando proyectos audiovisuales que permitan mostrar el medio marino a quienes no pueden bucear. “Hay personas que, por la edad o por cuestiones de salud, no pueden sumergirse. Pero cuando ven los vídeos o las fotos que hacemos, dicen que es una forma fantástica de acercarse a ese mundo”, cuenta.

COMENZAR SIN MIEDO. Para quien esté pensando en iniciarse en el buceo, Julio lanza un mensaje de tranquilidad y ánimo. “Lo importante es que te guste el agua y la naturaleza. Y luego, perder el miedo”. Muchos mitos alrededor del buceo, dice, son infundados: “Hay quien piensa que si estás en el fondo no puedes subir. Pero eso es falso. Simplemente hay que respetar la velocidad de ascenso, que no debe superar los nueve metros por minuto, para no sufrir daños fisiológicos”. También desmonta el miedo a la claustrofobia: “Mucha gente piensa que va a sentirse atrapada, pero la realidad es que la sensación que tienes bajo el agua es de libertad”.

COLABORACIÓN. Otro de los campos en los que Cas Costa Lugo desarrolla actividad es el de la colaboración con el patrimonio arqueológico subacuático. “Tenemos contacto habitual con Miguel San Claudio, arqueólogo marino, y con otros profesionales de Galicia”, cuenta Vázquez. En una de las limpiezas, por ejemplo, encontraron una belarmina, un tipo de jarra decorada con un rostro barbudo y un escudo, muy característica de la época moderna. “Nuestro protocolo en estos casos es avisar. Damos las coordenadas, y los expertos se encargan de recogerla si lo consideran necesario”, explica. Con todo, no todo lo que se encuentra puede extraerse. “Hay hallazgos que se dejan en su sitio porque su recuperación y conservación tiene un coste muy elevado. Una vez fuera del agua, cualquier objeto marino se deteriora rápidamente y requiere un proceso muy específico para su conservación”.

MIRAR HACIA EL FUTURO. Cas Costa Lugo sigue creciendo y haciendo comunidad alrededor del mar. Los retos que tienen por delante incluyen ampliar las actividades de sensibilización, mejorar la formación interna y fomentar una cultura de respeto ambiental entre las nuevas generaciones. Julio Vázquez tiene claro que el camino pasa por seguir mostrando lo que hay bajo la superficie: “Cuando conoces el mar, ya no vuelves a ser el mismo. Por eso nuestro trabajo es sumergirse y contar lo que hay”.

En este 2025, cuando se cumplen trece años de la fundación del club, lo que comenzó como una aventura entre amigos se consolida como un proyecto comunitario con impacto real. Porque, como dice su presidente, “cerrar los ojos a la naturaleza solo nos vuelve ciegos”.

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