Segismundo García deja la gestión de Sargadelos tras imponer un ERTE de quince días en la planta de Cervo

AMariñaXa
El expediente, alegando fuerza mayor y el riesgo del polvo de sílice, afecta a 86 empleados mientras la plantilla denuncia otro cierre con las puertas bloqueadas desde las 7.15 horas
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28 Nov 2025

La crisis laboral y empresarial en Sargadelos sumó este viernes un nuevo capítulo. El propietario de la emblemática fábrica de cerámica de Cervo, Segismundo García, ha comunicado a los representantes de los trabajadores la aplicación de un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) por fuerza mayor de quince días, desde el 27 de noviembre hasta el 15 de diciembre, que dejará sin actividad a 86 personas. Al mismo tiempo, trasladó al Juzgado de lo Mercantil número 2 de A Coruña su renuncia a seguir ejerciendo como gestor o CEO de la compañía, puesto que asumió en 2014, cuando el grupo atravesaba un proceso concursal.

Según ha explicado el propio empresario, el ERTE se apoya en la paralización obligada de la producción después de las últimas actuaciones de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social sobre el riesgo de exposición al polvo de sílice cristalina en varios puestos de la cadena. La fábrica arrastra desde la pasada primavera requerimientos para reforzar las medidas de prevención en un contexto en el que ya se han reconocido al menos dos enfermedades respiratorias graves entre trabajadoras de la planta, vinculadas precisamente a ese contaminante.

En la carta dirigida al juzgado, García achaca su salida de la primera línea directiva a la carga de normativa que, a su juicio, soportan las empresas (especialmente en el ámbito laboral) y a la actitud que atribuye a la Inspección de Trabajo. Sostiene que esa combinación hace inviable que continúe en las funciones ejecutivas, aunque seguirá siendo propietario y administrador único mientras el órgano judicial no nombre a otra persona para la gestión diaria.

La decisión de activar el ERTE y de apartarse como gestor trascendió cuando el personal de producción llevaba ya horas concentrado ante la factoría. Como cada día, las trabajadoras acudieron a su turno de las 7.15 horas, pero se encontraron con la verja cerrada y sin posibilidad de acceder a las naves. Solo parte de las áreas de administración y mantenimiento llegaron a entrar en el interior.

Para dejar constancia de que habían cumplido con su jornada, los empleados pasaron lista y rellenaron dos partes internos en los que alrededor de 65 personas anotaron que se habían presentado en su puesto. Durante la mañana, el responsable comarcal de la CIG A Mariña, Xorxe Caldeiro, se dirigió al grupo para explicar la información disponible y pedir a las administraciones que actúen ante una situación que, recalcó, no es nueva para la fábrica de Cervo.

El sindicalista habló de un trato abusivo hacia la plantilla y lamentó la 'inquietud' y el 'malestar' que generan unas decisiones empresariales que se toman sin transparencia, con los trabajadores de nuevo a la intemperie y pendientes de noticias. Representantes de otras centrales también se acercaron a la zona industrial para acompañar a las afectadas.

El ERTE y la dimisión como gestor llegan después de meses de conflicto abierto entre el propietario y la autoridad laboral. El 2 de abril, la Inspección de Trabajo propuso una sanción de 5.000 euros a Sargadelos y exigió corregir 36 deficiencias de seguridad, entre ellas la falta de equipos adecuados frente al polvo de sílice en varios procesos.

La respuesta de García fue cerrar la planta de Cervo durante varios días, plantear una semana de vacaciones forzosas para la plantilla y, el 25 de abril, comunicar el despido de tres trabajadoras de producción, con el argumento de que no podía garantizar su salud por la exposición al polvo de sílice y que era necesario reducir la actividad.

Las instalaciones de la fábrica están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) como conjunto histórico, lo que obliga a obtener permisos de Patrimonio de la Xunta para cualquier obra estructural que afecte a la ventilación, los sistemas de aspiración de polvo o la reorganización de la línea productiva.

Ese condicionante ha sido utilizado por el empresario para insistir en que le resulta muy complicado acometer, en los plazos fijados, todas las reformas que exigen los inspectores.

Desde abril, el Gobierno gallego y el Ministerio de Trabajo actúan como mediadores entre la empresa y la Inspección. La Xunta subraya que las mejoras de seguridad son ineludibles, pero recuerda que se concedió a Sargadelos un margen amplio para acometerlas, a fin de compatibilizar el cumplimiento de la ley con la continuidad de la actividad industrial en Cervo.

El caso de Sargadelos se inscribe en un contexto de creciente preocupación por las enfermedades profesionales vinculadas a la sílice cristalina. Un informe presentado este ano por Sanidad e o Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo alerta de un resurgir de la silicose en España, con 520 nuevos casos notificados en 2024 y casi 6.000 desde 2007, con Galicia como una de las comunidades más afectadas.

Con un ERTE de solo quince días sobre la mesa pero con un historial de cierres repentinos, sanciones, despidos y amenazas de clausura definitiva, el futuro inmediato de Sargadelos sigue lleno de interrogantes. La plantilla, de nuevo en la calle, reclama certezas: que la exigencia de condiciones dignas de saúde non se utilice como pretexto para recortar emprego nin para pechar unha fábrica que forma parte da identidade económica e simbólica de Galicia.

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