Viaje al hogar de Papá Noel

AMariñaXa
Un rincón de reflexiones sobre el infinito universo de la cultura
Foto-Artigo-decembro-rebeca-2024
31 Jan 2025

Por Rebeca Maseda

La aurora boreal es un zorro que aparece durante la noche. Al correr por las colinas de Laponia, golpea con su cola la nieve una y otra vez para levantar chispas que luego se convierten en las «luces del norte» o revontulet, en finlandés. Desde agosto hasta abril guían al viajero que se adentra en este horizonte de páramos que es la tundra, de suaves montañas y bosques de coníferas que se intuyen bajo un manto blanco que todo lo cubre ahora. La de las auroras boreales y el zorro mítico es una de las leyendas de los sami, el pueblo indígena que guarda la memoria y los paisajes de Laponia, la región más septentrional de Europa, desde Suecia y Noruega hasta Finlandia y Rusia.

El silencio en medio de un lago congelado, el sonido esponjoso de las huellas en la nieve y el ladrido del husky que muere por tirar de la zorra. O el silbido del viento del Ártico que nos recuerda que estamos lejos, muy lejos del sur de Europa. Y también que aquí hace frío, llegando a registrarse temperaturas de hasta -50 °C. La gente de Laponia prefiere hablar de «personas mal equipadas». Conviene hacerles caso.

El invierno revela el lado más salvaje y al mismo tiempo el más dulce de la Laponia finlandesa. En esta estación, los días desaparecen y las noches, lejos de oscurecerse, se tiñen de blanco. Hasta 75 cm de nieve se acumulan sobre las praderas, donde el reno campa a sus anchas, ajeno 364 días al año a los mandatos de Papá Noel, cuya morada se encuentra también por esta latitud. Pero más allá del Napapiiri, como los finlandeses denominan a la línea del Círculo Polar, la Navidad se vive de manera diferente.

Kittilä es una de las puertas de entrada y el municipio más extenso de la Laponia finlandesa. Con apenas 6.000 habitantes, se presenta como un territorio donde las masificaciones no existen ni en Navidad. Aún así, en temporada invernal el aeropuerto de Kittilä recibe vuelos a diario desde España llenos de pasajeros que acuden en familia en busca de las estampas de la película de dibujos animados *Frozen*.

En apenas 15 minutos al volante desde Kittilä aparece Levi, el principal centro de actividades en la naturaleza de Laponia y el resort de esquí donde se congrega la jet set finlandesa desde principios de octubre hasta finales de mayo. Cada año se celebra en esta estación una de las citas de la Copa del Mundo de Esquí Alpino y de Fondo, convirtiéndola en un destino de nieve de referencia a nivel europeo. De esto tiene la culpa tanto su oferta de esquí como la del après-ski, así como el alojamiento en cabañas de madera con techo panorámico para contemplar las auroras boreales –una alarma avisa para no perderlas–, en un exclusivo hotel a pie de pistas o en un iglú esculpido cada año en el hielo.

La estación cuenta con dos telesillas de estilo góndola para llegar hasta la cima del Levitunturi. Desde el mirador más privilegiado de la zona se puede contemplar el entorno ondulado que rodea el complejo de Levi y de Kittilä. También el preciado *sininen hetki*, o «momento azul», que ocurre cada día al salir o ponerse el sol. Un intervalo de luz tenue y fría entre la noche oscura y el día que se presencia en el Ártico en esta época.

A lo lejos también se distingue el territorio del Parque Nacional Pallas-Yllästunturi. Es el tercero en extensión de toda Finlandia, con colinas tapizadas de taiga (bosques de coníferas) que se combinan con llanuras de tundra salpicadas por lagos y pantanos.

En un país donde el relieve apenas existe, el carácter abrupto de Kittilä hace las delicias de los amantes de las actividades en el medio natural. De las múltiples maneras para explorar este desierto blanco, ahora domesticado, la más popular es el trineo de huskies.

Laponia es el reino del silencio, pero en las granjas donde se cría y adiestra este perro siberiano esa calma no existe. El ladrido es la banda sonora que acompaña al visitante hasta que se sube al trineo de madera para guiar a los perros por el laberinto de coníferas de la taiga. Después del recorrido en trineo, es tradición calentarse junto al fuego de la *kota*, una pequeña cabaña de techo puntiagudo que sirve de refugio y donde se toma zumo de baya caliente en una taza Kupil-ka, una marca finlandesa convertida en icono nacional.

Pero si se habla de fuego y calor, enseguida viene a la mente el ritual más famoso del país: la sauna finlandesa, declarada Patrimonio de la Humanidad. Para disfrutarla en Laponia, hay que ir al lago Järvenperä. *Löyly* es como los fineses denominan el vapor que emana de las piedras calientes al echarles agua en una cabaña solitaria. La sauna aquí se combina con el *avanto*, el baño en las aguas de un lago congelado para potenciar su efecto terapéutico, reservado a quien no tenga problemas cardíacos. Otra opción es sumergirse por completo en la nieve.

Quién fuera un husky solitario, rodeado de silencio y blanco infinito...

0.1357569694519