Libertad de bufete

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31 Dec 2024

Por Rebeca Maseda

La palabra "libertad" ha sido un estandarte en la lucha por los derechos humanos, la justicia social y el progreso de las sociedades democráticas. Sin embargo, en las últimas décadas, la extrema derecha ha convertido este concepto en una herramienta discursiva vacía, especialmente en el contexto de un liberalismo económico extremo. Este fenómeno consiste en reducir el significado de la libertad a una noción de independencia individual absoluta y utilizarlo para justificar políticas económicas que benefician a unos pocos, mientras el resto de la sociedad experimenta el debilitamiento de sus derechos y seguridad económica.

La libertad, en su sentido original, implica un equilibrio entre los derechos individuales y la responsabilidad colectiva. Sin embargo, el discurso de la extrema derecha tiende a reducir la libertad a un concepto individualista, entendida como la acción de hacer lo que uno desee sin importar las consecuencias para los demás. Esta distorsión se utiliza para justificar políticas de liberalización económica, promoviendo la idea de que el individuo debe estar libre de toda restricción estatal y que el mercado debe autorregularse.

En este contexto, la libertad se presenta como la eliminación de impuestos, la reducción de regulaciones laborales y medioambientales, y la disminución de la intervención del Estado en la economía. Aunque la eliminación de barreras burocráticas puede ser beneficiosa, la falta de controles puede derivar en abusos, como condiciones laborales injustas o prácticas monopolistas. En lugar de liberar, este tipo de "libertad" expone a los individuos a un mercado sin límites ni protecciones, donde solo aquellos con suficiente capital pueden realmente beneficiarse.

La extrema derecha utiliza el concepto de libertad para ganar simpatía en amplios sectores de la sociedad. Bajo un discurso de "liberación" de las ataduras del Estado, promete un acceso ilimitado a oportunidades, una promesa que no se cumple para la mayoría. Este discurso populista va dirigido a aquellos que experimentan frustración con el sistema económico o están cansados de la burocracia estatal, y les ofrece una visión simplista: la libertad se lograría eliminando las restricciones, sin tener en cuenta que muchas de estas limitaciones existen precisamente para proteger a los más vulnerables.

Con el lema de "defender la libertad", estos sectores justifican la reducción de políticas sociales, limitando los servicios públicos en nombre de una "eficiencia económica" que en la práctica solo beneficia a grandes corporaciones e intereses privados. Así, el discurso de libertad se convierte en una excusa para desmantelar el sistema de protección social, dejando a la mayor parte de la sociedad desprotegida en cuanto a salud, educación y derechos laborales básicos.

La banalización de la palabra libertad en un contexto de liberalismo económico extremo trae consigo varias consecuencias. Primero, se debilita el sistema democrático, ya que el discurso populista de extrema derecha desconfía de las instituciones y propone soluciones simplistas. La confianza en el Estado y en los sistemas de regulación disminuye, dejando un vacío que solo beneficia a las élites económicas que tienen la libertad de actuar sin restricciones, pero sin ninguna responsabilidad social. En segundo lugar, este uso tergiversado de la libertad acentúa la desigualdad social. La reducción de las protecciones sociales y la apertura de los mercados de trabajo sin control generan una clase trabajadora expuesta a condiciones de explotación. Mientras tanto, los más ricos, amparados en ese liberalismo económico extremo, encuentran cada vez menos barreras para acumular poder y riqueza, perpetuando así una estructura desigual.

Para contrarrestar esta manipulación del concepto de libertad, es esencial recordar su verdadero significado: una libertad que integre la justicia social y el respeto a los derechos colectivos. La libertad real no es solo la ausencia de regulación o intervención estatal, sino la garantía de derechos fundamentales y la posibilidad de vivir con dignidad. En un sistema que valore la verdadera libertad, el Estado cumple un rol fundamental para equilibrar los intereses individuales y el bienestar colectivo, protegiendo a las personas del abuso económico y asegurando condiciones justas para tod@s. Este enfoque permite que la libertad no sea solo un privilegio para algunos, sino una posibilidad para TOD@S.

 

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