Calles bien musicadas

AMariñaXa
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7 Feb 2025

Por Rebeca Maseda

El 21 de marzo de 1994, Bruce Springsteen subió al escenario del Pabellón Dorothy Chandler de Los Ángeles durante la 66ª edición de los premios Óscar, dejando a muchos espectadores sorprendidos. Antes incluso de empezar a cantar, su sola presencia ya transmitía algo diferente. No era el habitual Springsteen enérgico, moviéndose con la intensidad de su característico rock. Ni siquiera llevaba su icónica guitarra. En su lugar, apareció vestido con un elegante traje oscuro, con una expresión serena y reflexiva. A sus 44 años, y a pesar de lucir una perilla al estilo “grunge”, se mostraba contenido. Durante los primeros 30 segundos de su interpretación, permaneció inmóvil, casi como una estatua, en un escenario minimalista con una iluminación tenue.

A lo largo de la historia de los Óscar, en los que el cine y la música han convergido en innumerables momentos memorables, ha habido actuaciones que dejaron huella. Pero aquella noche en particular se dieron todos los ingredientes para que la interpretación de Springsteen quedara grabada en la memoria colectiva: una puesta en escena inesperada, un artista de renombre, una interpretación cargada de emoción y una canción con un mensaje poderoso. El tema en cuestión era *Streets of Philadelphia*, compuesto para la banda sonora de *Philadelphia*, la película de Jonathan Demme protagonizada por Tom Hanks y Denzel Washington, que abordaba el impacto del sida en la sociedad.

La canción, que acompañaba los créditos iniciales del filme, contribuía a sumergir al espectador en la atmósfera de angustia y melancolía que la historia exigía. Se trataba de una pieza extraña dentro del repertorio de Springsteen: con una instrumentación austera basada en un sencillo loop de batería y un sutil fondo de teclados, apenas acompañados por unos coros masculinos discretos. El videoclip reforzaba esa sensación de desolación, mostrando a un Springsteen desaliñado recorriendo las calles más deterioradas de Filadelfia. A diferencia de otros videoclips de bandas sonoras, apenas aparecían fragmentos de la película, salvo un par de planos de un Tom Hanks con gesto preocupado. La canción, por lo tanto, no se percibía como una simple aportación a la banda sonora, sino como una pieza fundamental en la trayectoria de *The Boss*.

Curiosamente, fue Antonio Banderas quien presentó la actuación de Springsteen en aquella ceremonia, en una edición con marcado acento español, ya que Fernando Trueba ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa por *Belle Époque*. Tras la emotiva interpretación, Whitney Houston fue la encargada de abrir el sobre con el ganador a la mejor canción original, revelando que el premio recaía en *Streets of Philadelphia*.

Springsteen, con su característica humildad, subió al escenario para recoger la estatuilla y, mofándose, dijo: “Es la primera canción que escribo para una película, así que supongo que a partir de ahora todo irá sobre ruedas”. Su tema había superado a nominados de la talla de Neil Young (quien también compuso una canción para *Philadelphia*), Janet Jackson, James Ingram y Harry Connick Jr., casi nada...

El reconocimiento a *Streets of Philadelphia* no se detuvo ahí. Ese mismo año ganó el Globo de Oro y el premio MTV al mejor videoclip, y en los Grammy del año siguiente se alzó con cuatro galardones. Sin embargo, y a pesar de su éxito crítico, en Estados Unidos la canción no logró superar el noveno puesto en las listas de ventas, aunque en Europa tuvo un mayor impacto, alcanzando el número uno en varios países y el segundo puesto en Reino Unido. Con el tiempo, se convirtió en un clásico imprescindible en la carrera de Springsteen, quien siguió explorando el mundo del cine con composiciones como *Dead Man Walking* para la película homónima de Tim Robbins.

Curiosamente, y a pesar de la enorme repercusión que tuvo en su momento, *Streets of Philadelphia* es una de las canciones que menos interpreta en directo. Quién sabe, quizá incluso después de tantos años sigue siendo demasiado conmovedora. Es obvio que la versión original de Springsteen es maravillosa, pero no puedo terminar este artículo sin recomendaros el arreglo que hizo el Cuarteto Ébène de este icónico tema, pura fantasía...

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