J. Pedro Gómez: “En mi paleta de colores siempre están los verdes de Viloalle”

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El mindoniense es pintor acuarelista, finalista en el Premio Reina Sofía, y reivindica la acuarela como una forma de expresión vital
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5 Jul 2025

Por Ana Somoza.

J. Pedro Gómez, artista mindoniense apasionado por la acuarela, lleva toda una vida atrapado entre papel y pigmentos.

DIBUJO Y VOCACIÓN. Desde muy joven, J. Pedro Gómez sintió una profunda pasión por el dibujo. “Dibujaba y dibujaba”, contó en una conversación tranquila, donde dejó claro que no se trata de un pasatiempo ocasional, sino de una necesidad vital. Es un impulso constante, confesaba, que lo acompaña en cada momento del día: observa el mundo con ojos de creador, sintiendo la urgencia de plasmar cada escena en papel.

La semilla de ese talento fue regada por encuentros fortuitos. Uno de ellos, insólito, fue con un vendedor de enciclopedias que, al ver sus dibujos, le explicó magistralmente los fundamentos de la perspectiva y los puntos de fuga. Aquellos bocetos, que conservó durante años, lo marcaron. Luego, en el instituto de Mondoñedo, profesores como Puchades y Gacio lo guiaron en sus primeros pasos más serios en el dibujo. Aquella etapa, según recuerda, le dejó una huella profunda.

A pesar de no haber seguido un itinerario académico formal, J. Pedro define su proceso como un aprendizaje constante. “Siempre tengo algo que aprender”, insiste. La condición de autodidacta lo obliga a superar dificultades: encontrar las técnicas adecuadas, superar frustraciones y aceptar las limitaciones. Pero también le dio la libertad de explorar, hablar con otros artistas, salir a pintar a la calle, intercambiar opiniones. “Posiblemente la base de todo esté en las ganas de aprender”, afirma con rotundidad.

“A transparencia e a espontaneidade da acuarela fan que cada obra sexa única, case imposible de repetir”

ACUARELA. La acuarela, para J. Pedro, no es simplemente una técnica más: es la que mejor le permite expresarse. Fascinado por la fluidez, la transparencia y la imprevisibilidad de esta disciplina, destaca que el pigmento en la acuarela “baila con el agua”, creando resultados mágicos e inesperados. Esta esencia misma de la acuarela, dice, es lo que la convierte en un reto constante. No obstante, reconoce que mucha gente la considera una de las técnicas más difíciles. “Dominar la humedad del papel es complicado”, explica.

La cantidad de agua influye en el comportamiento del color, y aplicar el pigmento en el momento justo es determinante. Además, añade, pintar en un clima seco como el de Madrid en verano no tiene nada que ver con hacerlo en Galicia. Por eso, asegura, hay que adaptarse constantemente, incluso ayudarse con un secador para controlar los tiempos de secado. Otro aspecto que subraya es el manejo de la luz: “En la acuarela nunca puedes pintar un color claro sobre uno oscuro”. Por eso, para representar nubes blancas sobre un cielo azul, hay que dejar el blanco del papel. Esa particularidad condiciona toda la composición de la obra. “Hay que entender ese principio básico”, dice.

PREMIOS. En marzo de este año, J. Pedro Gómez fue seleccionado por segunda vez como finalista del Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura. La obra elegida, titulada Sintonía dorada, está inspirada en el retablo de la Virgen de los Ojos Grandes de la Catedral de Lugo. Se trata de una acuarela de gran formato (140 x 100 cm), un tipo de pieza que comenzó a trabajar hace relativamente poco.

“Este reconocimiento para mí es algo muy grande”, admite emocionado. No solo por la visibilidad que supone exponer en la Casa de Vacas del Retiro, sino por el hecho de que el jurado incluya artistas como Antonio López o Eduardo Naranjo. A pesar de la feroz competencia, su obra fue escogida entre más de 500 propuestas. “Hay días en los que hay cola para entrar”, comenta, dejando entrever el impacto de esta exposición. Sobre la elección del retablo lucense, explica que la inspiración nació de una visita a la Catedral. Quedó impresionado por la luminosidad de la pieza barroca. Su intención era crear una atmósfera donde el aire circulase, captar la grandiosidad de la cúpula y el contraste de los espacios.

“O recoñecemento do Premio Reina Sofía foi algo moi grande, compartir espazo con artistas que admiro é difícil de explicar”

PROCESO CREATIVO. El trabajo en Sintonía dorada fue, según relata, un proceso laborioso. Comenzó con un dibujo muy detallado a lápiz, centrado en las perspectivas y el equilibrio de la imagen. Luego pasó al color, empezando por las partes más alejadas y terminando con los detalles del primer plano. No suele hacer bocetos previos, pero sí pruebas de color, especialmente con los dorados, para obtener las tonalidades y sombras deseadas. También destaca que suele dejar las obras reposar unos días antes de darles el toque final.

En cuanto al soporte, recomienda el uso de papel 100 % algodón de 300 gramos. “La idea de que el papel es delicado es relativa”, afirma, explicando que en grandes formatos puede ser más frágil durante el proceso, pero una vez seco tiene bastante resistencia. Y resume: “Para dominar la humedad, el consejo es pintar y pintar”.

INSPIRACIÓN. La naturaleza es su principal motor creativo. Los verdes, las luces y sombras, los reflejos: todo eso lo fascina. “Los verdes son colores complicados”, admite, y quizás por eso suponen un reto que lo motiva. El color, la luz, la sombra... cualquier elemento natural puede convertirse en un motivo. También reconoce que Mondoñedo, su tierra natal, condiciona su obra. “Los verdes de Viloalle, la niebla, el río, el musgo... todo eso está presente”, asegura. Su pintura busca, por encima de todo, transmitir serenidad. Cada pincelada es, como él dice, “un intento deliberado de invitar a la calma y al sosiego”. Pretende crear atmósferas donde el espectador encuentre un refugio visual, un momento de introspección.

REFERENTES. Además de nombres consagrados como Goya, Sorolla o Antonio López, J. Pedro cita a Castelao, de quien admira su faceta como dibujante. También muestra simpatía por el surrealismo de Dalí y sus dibujos a lápiz. En el ámbito de la acuarela, dice admirar a muchos artistas con los que incluso ha tenido la suerte de compartir espacio en exposiciones, aunque prefiere no dar nombres para no dejar a nadie fuera. Una figura que recuerda con especial cariño es la de Ramón Guntín, artista de Vilalba que le enseñó a disfrutar del dibujo a plumilla. Gracias a él, aprendió a sacar luz de la oscuridad de la tinta, una técnica que lo conquistó.

VIVIR DE LA PINTURA. Cuando se le pregunta si es fácil vivir de la pintura en Galicia, la respuesta es clara: no. “Es un camino arduo y lleno de incertidumbres”, reconoce. La irregularidad de los ingresos obliga a muchos artistas a buscar trabajos más estables. La competencia es feroz, y el mercado, impredecible. Además de talento, falta visibilidad y apoyo institucional. Aun así, J. Pedro sigue luchando. Tiene una página web donde publica y vende sus obras.

En Mondoñedo, cerca de la oficina de turismo, también se pueden adquirir acuarelas, marcapáginas y otras piezas originales a precios muy accesibles. Participa regularmente en exposiciones. Actualmente tiene obras expuestas en Madrid: una en la Casa de Cantabria (Fragmentos de silencio) y otra en el Centro Cultural Galileo (Mayólica). Además, prepara nuevas propuestas para el certamen de San Isidro.

FUTURO. De cara a los próximos años, J. Pedro quiere seguir explorando la acuarela, evolucionando y aprendiendo. Su sueño es seguir pintando, compartiendo experiencias y manteniendo viva la pasión que lo llevó, de niño, a dibujar sin descanso. No aspira a la fama ni a los grandes escaparates, sino a seguir creando con honestidad, compartiendo emociones a través de su obra y encontrando en la acuarela un camino de expresión personal y libertad. “Mientras tenga manos para pintar y ojos para mirar, seguiré”, asegura. Porque para él, más que un oficio, la pintura es una forma de estar en el mundo.

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