Investigación marina con acento lucense y de impacto global

GaliciaXa | LugoXa | AMariñaXa | ACoruñaXa
La investigadora lucense María García Portela identifica una nueva microalga marina, con una morfología única y sin precedentes científicos en Galicia
Maria-Garcia-Portela-investigadora-Centro-Oceanografico-Vigo
6 Jul 2025

Por Ana Somoza.

Una teca con forma de repollo, un nombre en latín y mucha emoción científica. La investigadora María García Portela describe Thecadinium brassicum, una nueva microalga encontrada en la playa del Vao, que añade una pieza al complejo rompecabezas de la biodiversidad marina.

ORIGEN DEL HALLAZGO. La historia comenzó entre los granos de arena de la playa del Vao, en Vigo, durante una campaña de recogida de sedimentos enfocada en el estudio de los dinoflagelados bentónicos. La investigadora lucense María García Portela, integrante del departamento VGOHAB del Instituto Español de Oceanografía, relata que fue en ese lugar donde, al observar las muestras al microscopio, vieron algo que no encajaba: “Tenía una morfología muy particular, no se parecía a nada conocido”.

Según explica, en ese momento comenzaron a sospechar que podía tratarse de una nueva especie. La primera reacción fue de cautela. “En estos casos hay que ser muy prudente”, asegura. Iniciaron un proceso meticuloso para confirmarlo: “Realizamos un análisis genético comparando regiones de su ADN ribosomal con otras especies conocidas”. A eso sumaron una descripción morfológica detallada, empleando tanto microscopía óptica como electrónica. Finalmente, todo apuntaba a lo mismo: estaban ante una especie desconocida para la ciencia.

FORMA Y NOMBRE. Cuando llegó el momento de darle nombre, la forma del organismo inspiró la elección. “Lo más distintivo es la teca en la zona apical, que recuerda un poco a un repollo”, explica Portela. Ese fue el motivo de escoger el nombre Thecadinium brassicum, haciendo referencia al género de las brassicáceas.

No solo la teca resultaba particular. El patrón de las placas que conforman su cubierta también era único, y el cíngulo —la especie de “cuello” de la célula— presentaba un ligero desplazamiento ascendente con respecto a especies próximas como T. kofoidii o T. pseudokofoidii. Curiosamente, añade la investigadora, “los ejemplares recogidos en Galicia resultaron ser algo más pequeños que los recogidos posteriormente en Cataluña”. Atribuye esa diferencia a factores ambientales: temperatura, salinidad o tipo de sedimento.

IMPORTANCIA CIENTÍFICA. Descripciones como esta no son solo cuestiones taxonómicas. Para Portela, cada nueva microalga descubierta “es una pieza más en el gran rompecabezas de la biodiversidad marina”. Subraya el papel esencial que juegan estos organismos: “Producen oxígeno, forman parte de la base de la cadena alimentaria y pueden tener aplicaciones ecológicas, médicas o industriales”.

En este caso concreto, Thecadinium brassicum no representa ningún riesgo para la salud humana. “No es una especie tóxica”, aclara. Sin embargo, insiste en la importancia de estudiarlas con detalle, ya que otros dinoflagelados sí pueden producir toxinas. Investigar este tipo de organismos permite también perfeccionar los sistemas de vigilancia marina. “Es fundamental para prever riesgos y evitar problemas futuros”, afirma.

ESTUDIO DETALLADO. Para analizar la especie, emplearon diversas técnicas punteras. La observación inicial se hizo con microscopía óptica, pero fue la microscopía electrónica de barrido (SEM) la que permitió examinar las estructuras celulares con precisión. Además, realizaron una PCR sobre una única célula (single-cell PCR) y secuenciaron distintas regiones del ADNr, con el objetivo de comparar a nivel molecular con sus parientes más próximas.

Portela señala que este tipo de análisis son complejos pero cada vez más accesibles gracias al avance tecnológico. “La genética nos ofrece una herramienta potentísima para distinguir especies que, morfológicamente, pueden parecer muy similares”, afirma.

ENTORNO RICO. Galicia, asegura la investigadora, es un lugar ideal para hacer este tipo de descubrimientos. “Nuestra geografía, el afloramiento costero y la variedad de hábitats marinos crean las condiciones perfectas para encontrar especies poco estudiadas”, explica. Recuerda que muchas de estas microalgas viven en los sedimentos o adheridas a otras superficies, y que su pequeña dimensión hace que muchas pasen desapercibidas. “Hay muchísimo por descubrir bajo nuestra costa”, insiste.

El hallazgo fue posible gracias a la colaboración de varias instituciones. Portela destaca el papel del Centro Oceanográfico de Vigo (IEO-CSIC), donde trabaja, así como el Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC), el Laboratorio Europeo de Referencia de Biotoxinas Marinas (AESAN) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC). La sinergia entre estos centros fue clave para llegar a la descripción definitiva de la nueva especie.

“Galicia es una región riquísima en biodiversidad marina, gracias a su geografía, al afloramiento costero y a la variedad de hábitats”

PROYECTOS EN CURSO. El hallazgo de T. brassicum no es un hecho aislado. Forma parte de una línea de investigación más amplia que se desarrolla en el departamento VGOHAB del IEO-CSIC en Vigo, donde participan en varios proyectos de ámbito nacional y europeo.

Entre los más destacados está BIOTOX (2023–2026), que analiza las interacciones entre microalgas nocivas como Alexandrium minutum, sus bacterias asociadas y compuestos bioactivos procedentes de las praderas de Zostera. “Es un proyecto muy ambicioso que combina ecología marina y biotecnología”, comenta Portela.

Otro proyecto importante es CIGUAADAPT, que estudia la presencia de especies del género Gambierdiscus —responsables de la ciguatera— en aguas españolas. Y también participan en MARINNONET, una red transfronteriza centrada en la biotecnología marina.

Además, el equipo forma parte del proyecto RADIALES-Norte, un observatorio oceanográfico que desde 1988 realiza seguimientos en cinco puntos del Cantábrico y el Atlántico: Santander, Gijón, Cudillero, A Coruña y Vigo. “Es un trabajo continuo, que nos permite observar cambios a largo plazo en los ecosistemas marinos”, señala.

“Los ejemplares recogidos en Galicia resultaron ser algo más pequeños que los recogidos posteriormente en Cataluña, posiblemente por diferencias ambientales”

NUEVAS GENERACIONES. Portela considera que el futuro de la investigación pasa por las nuevas generaciones. “Son fundamentales. Llegan con ideas frescas, formación muy sólida y una sensibilidad ambiental enorme”, destaca. Se ve a sí misma como parte de una generación puente: se formó en un momento de transición y ahora colabora con jóvenes que manejan con soltura las nuevas tecnologías y están comprometidos con la sostenibilidad.

Entre los retos que identifica para la ciencia marina en Galicia, menciona la falta de financiación estable y la necesidad de mejorar la transferencia del conocimiento a la sociedad. “No basta con publicar artículos; hay que hacer que la información llegue a la gente y a las administraciones”, dice. También ve imprescindible atraer y retener talento: “Hay mucha gente muy buena que acaba marchándose por falta de oportunidades”.

INFANCIA LUCENSE. María García Portela nació en Lugo, donde cursó estudios en el IES Nuestra Señora de los Ojos Grandes. Cuenta que su conexión con el mar no venía de la familia ni del entorno inmediato. “Siempre me gustó la naturaleza, pero el mar comenzó a fascinarme durante la carrera de Ciencias Ambientales en Salamanca”, explica.

Fue allí donde escuchó hablar por primera vez de las microalgas tóxicas. “Me parecieron algo misterioso y apasionante”, recuerda. Ese interés la llevó a especializarse en su investigación, y finalmente, en 2014, comenzó su doctorado en Vigo, en el departamento de microalgas nocivas del IEO.

“Cada nueva especie que se describe es una pieza más en el gran rompecabezas de la biodiversidad marina”

UNA PASIÓN DIARIA. De su trabajo actual en el Oceanográfico de Vigo, destaca la posibilidad de “aprender algo nuevo cada día” y de “aportar una pequeña contribución al conocimiento marino”. También valora el hecho de trabajar con un equipo apasionado y con acceso a proyectos científicos de gran alcance. “Hay una motivación compartida, un deseo común de entender mejor lo que pasa en nuestros océanos”, afirma.

UNA MIRADA AL FUTURO. Cuando se le pregunta qué le gustaría conseguir en el futuro, responde sin dudar: “Seguir investigando y formar parte de proyectos que tengan impacto social y ambiental”. Y añade que su prioridad es que el conocimiento no quede cerrado en los laboratorios, sino que se convierta en herramienta útil para la sociedad.

⚙ Configurar cookies
0.16277003288269