Friol: un recorrido por su historia

AMariñaXa
Un viaje a través de la memoria, entre fortalezas medievales, dólmenes milenarios y caminos que conservan la esencia del pasado
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25 Dec 2025

Además de la casa consistorial y de la fortaleza de San Paio de Narla, el municipio de Friol conserva también importantes huellas de su pasado megalítico y castreño, los vestigios más antiguos que permanecen en este territorio. Estas tierras fueron ocupadas a lo largo de los siglos por romanos y visigodos, dejando tras de sí numerosos indicios de su presencia.

Durante la Edad Media, las familias Ulloa, Parga y Seixas se repartieron el poder feudal de la zona, algo que todavía hoy puede observarse en las edificaciones, torres y pazos que se dispersan por el municipio: la torre de Friol, la fortaleza de San Paio de Narla, la torre de Miraz y los pazos de Remesil y Trasmonte son buenos ejemplos de ese legado.

La fortaleza de San Paio de Narla, de origen incierto, fue reconstruida en el siglo XVI por don Vasco de Seixas, señor de la Casa Solar y Castro de Seixas y del Pazo de San Paio. Era hijo de Vasco de Seixas “el viejo” y de María Álvarez de Sotomayor, y nieto de otro Vasco de Seixas, que ya en el siglo XIV poseía amplios dominios en San Paio, Osera, Chantada, Ferreira, Samos, Sobrado y Eiré. Participó en las luchas dinásticas de los Trastámara apoyando a don Enrique. En aquel tiempo, el poder señorial lucense quedó en manos de apenas cinco grandes casas: los Seixas, Ulloa, Lemos, Saavedra y Pardo.

El recorrido puede comenzar en Cotá, por un sendero entre árboles que conduce hasta un cruce de caminos presidido por un curioso crucero. Su singularidad radica en que recuerda a los cruceros irlandeses, pues carece de columna y capitel. Se alza sobre un triple escalón y un pedestal rectangular cuyo eje principal coincide con los brazos de la cruz. La superficie está decorada con círculos de radios curvos, diez a cada lado, que evocan las esvásticas celtas o los bubones de las cruces de peste bretonas de los siglos XVI y XVII.

En ese mismo cruce se encuentra una antigua casa de piedra con “pendellos” adosados a la fachada, usados antiguamente los días de feria para vender productos locales. El camino continúa entre muros y pistas de tierra hasta llegar a otro tesoro patrimonial: el dolmen de Muroxosa o Forno dos Mouros, una tumba megalítica de cámara poligonal casi circular, cubierta por una única losa de grandes dimensiones. En su interior apareció un vaso campaniforme, una rareza en los yacimientos megalíticos de Galicia.

El paseo sigue entre pinos, robles, abedules y regatos, cruzando en ocasiones el río Narla, hasta regresar al núcleo de Friol, donde puede contemplarse el miliario romano de la vía XIX, fechado en la época del emperador Antonino. Este miliario indicaba las millas que faltaban hasta Lugo y actualmente puede verse en la plaza del Ayuntamiento, aunque el original se conserva en el Museo Provincial de Lugo.

Desde allí, bajando unas escaleras en dirección al río Narla, la ruta concluye en el Molino de Serén, otro vestigio que recuerda la intensa relación de Friol con su historia, la naturaleza y el paso del tiempo.

Este recorrido es, en definitiva, un viaje a través de la memoria de un territorio que ha sabido conservar su identidad con el paso de los siglos. Cada piedra, cada cruz y cada molino hablan de una historia viva, escrita entre los ecos de las luchas medievales, los rituales megalíticos y el trabajo cotidiano de las gentes del campo. Hoy, quien se acerca a estas tierras descubre un valioso patrimonio histórico y natural.

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