Esfuerzo, ilusión y excelencia: la viveirense Virginia Fernández alcanza el nivel Brevet 4 de la FIG
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La deportista, única lucense con esta acreditación, obtiene una de las certificaciones más difíciles y refuerza el prestigio de la rítmica gallega

La primera por la derecha es Virginia Fernández. Por su parte, Sandra Estrada —segunda por la izquierda— y Elena Sierra —cuarta— son sus referentes y juezas gallegas internacionales Brevet 3.
18 Nov 2025
La figura de Virginia Fernández, viveirense con una larga trayectoria vinculada a la gimnasia rítmica, acaba de alcanzar uno de los reconocimientos más exigentes que concede la Federación Internacional de Gimnasia. Se ha convertido en la única jueza internacional Brevet 4 de la provincia de Lugo, un logro que, según reconoce ella misma, no vivió como un mérito exclusivamente personal, sino como una responsabilidad compartida: "No lo sentí como algo solo mío, sino como una oportunidad para seguir creciendo y aportar un poquito más a la gimnasia lucense y gallega".
El camino hacia esta certificación, que muy pocos jueces logran superar, no fue sencillo. Virginia describe que, cuando recibió la noticia de su selección para realizar el examen, en pleno mes de agosto, se mezclaron dos emociones intensas: por un lado la alegría, por fin visible tras semanas de estudio constante; por otro, la carga de responsabilidad que suponía representar a la Federación Galega de Ximnasia. Afirma que "ellos confiaban plenamente en mí y yo no sabía si esto podría hacerse realidad", y añade que tuvo claro desde el primer momento que su objetivo era dar lo mejor de sí misma, fuese cual fuese el resultado.
Un proceso de estudio exigente y silencioso
La preparación para obtener el nivel Brevet 4 es larga, técnica y muy minuciosa. Virginia no oculta que uno de los mayores desafíos fue enfrentarse al contenido teórico del Código de Puntuación: "Hay mucha letra pequeña y es imprescindible dominar tanto la dificultad como la parte artística y la ejecución, tanto en individual como en conjunto". Recuerda que la cantidad de vídeos que hay que puntuar es "infinita", y reconoce que, al principio, todo aquello "impone un poco".
Aun así, asegura que la clave fue la constancia y la capacidad de aceptar que el control absoluto no existe. Confiesa que para ella "lo más difícil fue asumir que no podía controlarlo todo y que tenía que ir paso a paso". Cada error formó parte del proceso y cada avance, por pequeño que pareciera, fue una prueba de que el esfuerzo iba dando resultado.
Una vida unida a la gimnasia desde la infancia
La historia de Virginia con este deporte no empieza ahora, ni tampoco en su etapa de jueza. Su relación con la rítmica se remonta a la infancia, cuando entrenaba con Mari Carmen Chipe en la antigua OJE. Años después, la entrenadora Rocío Serra le ofreció la oportunidad de incorporarse al Clube Cabriola para trabajar con niñas. Fue entonces cuando descubrió otra forma de vivir el deporte, y reconoce que Rocío "fue quien me metió este deporte en vena", un aprendizaje por el que dice estar "enormemente agradecida".
Ese camino la llevó, con el tiempo, a la creación del Clube Ximnasia Viveiro, donde pudo aplicar todo lo aprendido. Más adelante decidió dejar la faceta de entrenadora y adentrarse en el mundo del arbitraje, un ámbito al que llegó "por curiosidad" y que terminó convirtiéndose en otra de sus pasiones. Desde 2010 cuenta con las titulaciones autonómicas y nacionales, y actualmente ejerce como jueza independiente, lo que le permite colaborar con cualquier club gallego que solicite asesoramiento técnico.
Un impacto positivo para Viveiro y A Mariña
Preguntada por lo que puede suponer este logro para la comarca, Virginia se muestra prudente pero optimista. Afirma que, si su trayectoria sirve para animar a otras personas a formarse o a mantener viva la gimnasia en la zona, ya se dará por satisfecha. Recuerda que cada año se tramitan numerosas licencias deportivas a nivel escolar y de promoción, algo que evidencia una base sólida: "Lo que pediría para la comarca es que los clubes contasen con más recursos y que se valorase el trabajo de entrenadores y entrenadoras, que es fundamental en el deporte base".
La dificultad de evaluar a la velocidad del movimiento
Las competiciones de gimnasia exigen precisión, seguridad y una rápida capacidad de decisión. La normativa internacional cambia cada ciclo olímpico, y los jueces deben reciclarse cada cuatro años, repitiendo todo el proceso de obtención de la titulación. Virginia admite que mantenerlo todo actualizado es un desafío constante.
Uno de los aspectos más complejos es la rapidez con la que deben tomarse las decisiones durante la competición: detalles técnicos que suceden en cuestión de segundos y que pueden afectar a la nota final. Ella misma explica que "cuando algo se nos escapa, porque somos personas y cometemos errores, siempre debemos resolver a favor de la o del gimnasta". Para ella, esta es una regla ética fundamental.

Referentes que inspiran desde el trabajo silencioso
Aunque reconoce admiración por muchas personas, no necesariamente las más mediáticas, Virginia destaca a quienes trabajan con constancia y discreción. Menciona a Elena Sierra y Sandra Estrada, juezas gallegas Brevet 3, a quienes admira por su ética, profesionalidad y respeto por el deporte. También cita a compañeras y compañeros del ámbito nacional con los que comparte aprendizajes y confidencias, pero evita dar nombres: "Ellos ya saben quiénes son", comenta entre risas.
Un mensaje para las niñas que sueñan llegar lejos
Virginia tiene claro cómo transmitir la esencia del deporte a las más pequeñas. Afirma que lo importante es soñar en grande, pero sin perder el disfrute del camino. Define la gimnasia como un deporte exigente, pero maravilloso, en el que el valor de un buen equipo es fundamental. Recuerda que "el éxito no siempre es una medalla", sino también mejorar cada día, atreverse y mantener la ilusión viva.
"Muchos detalles pasan en cuestión de segundos y tienes que tener mucha seguridad."
Un futuro sin prisas, pero con profesionalidad
Aunque ya ha alcanzado el nivel Brevet 4, Virginia no tiene prisa por avanzar más. Explica que ahora su objetivo es ganar experiencia en competiciones, consolidar todo lo aprendido y seguir mejorando. Si en el futuro surge la oportunidad de avanzar a otros niveles, será bienvenida, pero insiste en hacerlo "con responsabilidad y humildad".
Antes de terminar, quiso dejar un agradecimiento especial a la Federación Galega de Ximnasia, que la hace sentir "como en casa" en cada competición. También menciona a Óscar, Marina y Julián, que la acompañaron en todo el proceso: "Aguantaron la presión que suponía enfrentarme a este reto", subraya, recordando la importancia del apoyo emocional.
Con esta nueva certificación, Virginia Fernández no solo eleva el nombre de Viveiro y de la provincia de Lugo en el panorama internacional, sino que refuerza la presencia gallega en uno de los deportes más técnicos y apasionantes. Su ejemplo habla de esfuerzo, disciplina y, sobre todo, un profundo amor por la gimnasia rítmica.