Eco das Minas, el latido cultural de A Pontenova

GaliciaXa | AMariñaXa
Tania Fernández destaca la labor de la asociación en la recuperación de la música tradicional y en la dinamización social del municipio
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7 Dec 2025

Por Ana Somoza.

A Pontenova no se entiende sin el sonido de las gaitas ni sin la huella minera que marcó su pasado. En ese cruce entre memoria y cultura nació hace más de quince años la Asociación Eco das Minas, un colectivo que, según recuerda su presidenta, Tania Fernández Paz, “surgió porque había una gran cantidad de alumnos que acudían a la Escuela Municipal de Música y se quería crear un grupo que pudiera salir a la calle, participar en fiestas y festivales”.

Con el paso del tiempo, la entidad fue encontrando su propio camino. “La directiva actual llevamos unos diez años al frente y apostamos sobre todo por la música tradicional, por la recuperación de las piezas que forman parte de nuestra identidad como municipio”, explica Fernández. El objetivo, dice, “era y sigue siendo darles reconocimiento a los gaiteiros que hubo aquí, nacidos en A Pontenova, y también a las composiciones propias de la zona”.

La presidenta insiste en que “somos una tierra de gaiteiros, y había muchas piezas que se estaban perdiendo”. Por eso, desde Eco das Minas decidieron trabajar para que “esas músicas empezaran a tener el lugar que merecen y para que la gente conociera ese pasado musical tan rico que tenemos”.

UN NOMBRE CON HISTORIA. La identidad de la asociación no se entiende sin su pasado industrial. “El nombre de nuestro grupo de música tradicional, A Chocolateira, es un homenaje directo al tren minero que unía A Pontenova con Ribadeo”, explica Fernández. Aquel tren, que transportaba mineral y también personas, dejó una profunda huella en la memoria colectiva. “La gente lo llamaba A Chocolateira por el ruido característico que hacía la locomotora, y nosotros quisimos recuperar ese símbolo. Es como un viaje musical por los municipios, llevando nuestras músicas, igual que aquel tren llevaba vida y comunicación”, comenta.

Para Tania, esa conexión con el pasado es esencial. “La mina y el tren forman parte de nuestra historia. Recuperar su recuerdo a través de la música es también una manera de honrar a las generaciones que trabajaron en esos tiempos”, afirma con orgullo.

DE LA MÚSICA AL ENCUENTRO VECINAL. El paso de los años consolidó Eco das Minas como un referente cultural. “Abrimos la asociación para que todo el mundo pudiera participar, no solo quienes se dedican a la música”, subraya. El objetivo era que fuese “un punto de unión, un espacio para compartir y reunirse alrededor de la cultura”.

Uno de los hitos más importantes llegó hace ocho años, cuando decidieron organizar su propia foliada. “Es nuestro proyecto estrella”, afirma la presidenta. La cita se celebra cada año a comienzos de junio y convierte el pueblo en una auténtica fiesta de la música y de la tradición. “Queremos que sea un lugar para todos, pero especialmente para los niños, para que conozcan nuestra cultura y vean la música tradicional como algo vivo”, señala.

Durante la foliada, explica Fernández, “hay espectáculos musicales, juegos tradicionales, talleres y actuaciones infantiles”. Entre las colaboraciones habituales están las de Troitas Bravas, un colectivo que promueve el deporte de la billarda. “Siempre ponen todo de su parte para meterle a la gente el gusanillo de la billarda”, cuenta con humor. “Ese día es nuestro día grande. Es cuando el pueblo se llena de gaitas, de risas y de comunidad”, añade.

EL ORGULLO DE LLEVAR LA MÚSICA DE A PONTENOVA POR A MARIÑA. Entre los recuerdos más especiales de Tania está una actuación reciente. “Este año, a principios del verano, participamos en las terceras jornadas de música de A Mariña. Fue una experiencia bonita y muy importante para nosotros”, dice.

La presidenta explica que prepararon las piezas “con mucho trabajo y con la ayuda de nuestra maestra de gaita y clarinete, Lucía Eirós, de Meira, una gran profesional que nos enseñó y acompañó”. Gracias a ese esfuerzo conjunto, “nos sentimos muy orgullosos, porque esas jornadas son muy representativas y es bonito que se nos dé valor por lo que hacemos”.

CLASES DE BAILE Y CULTURA VIVA. Eco das Minas no es solo música. Las clases de baile tradicional se han convertido en una de las actividades más concurridas. “Surgieron porque necesitábamos bailadores”, recuerda Tania. “Somos músicos, pero para que haya música también tiene que haber quien baile”.

La suerte les acompañó, dice, al encontrar como maestro a Adrián Méndez, gaiteiro y bailador de A Fonsagrada, integrante del grupo Ninjúres. “Es un profesor fantástico. Las clases están abiertas a todas las edades, porque realmente no hay edad para bailar una muiñeira o una jota”, cuenta.

“Vienen niños, jóvenes, personas mayores… es una actividad que une mucho”, subraya. La idea es que “aprendan unos pasos y puedan salir a bailar en cualquier foliada”.

“Hacer comunidad sin perder nuestra identidad, cuidar el rural y mantener vivas las costumbres de nuestros antepasados: esa es nuestra filosofía.”

UN AÑO LLENO DE INICIATIVAS. A lo largo del año, la asociación organiza numerosas actividades culturales. Las de Navidad son de las más esperadas. “Hacemos un proyecto con propuestas infantiles y para adultos, y salimos siempre con los Cantos de Reyes”, comenta. En Carnaval tampoco faltan: “Ya sea disfrazados o no, siempre buscamos hacer algo de ruido, llevar alegría por las calles”.

Durante la pandemia, cuando no se podían celebrar eventos, Eco das Minas no quiso quedarse quieta. “Decidimos llevar nuestra música por las parroquias del municipio”, recuerda. Cada fin de semana escogían una parroquia distinta. “Hablábamos con la gente, poníamos sillas para los mayores, y tocábamos allí unas piezas. Fue un proyecto muy bonito y gratificante”, confiesa.

La respuesta vecinal fue extraordinaria. “La gente nos esperaba, nos recibían con cariño. Fue una de las actividades que más nos llegó al corazón”, asegura.

LOS CABEZUDOS Y LA EMOCIÓN DE LAS FIESTAS. Otro recuerdo especial es la recuperación de los cabezudos en las fiestas patronales. “Después de muchos años volvimos a sacarlos a la calle, acompañados de nuestra música”, cuenta. “La gente venía a vernos, preguntaba, se interesaba, y bailaban con nosotros. Fue uno de los momentos más emocionantes que vivimos en nuestra casa”.

“Nuestro objetivo era y sigue siendo darle un reconocimiento a los gaiteros que hubo aquí y a las piezas propias de A Pontenova.”

MÁS QUE SOCIOS, COMUNIDAD. Sobre el número de socios, Tania prefiere no hablar de cifras. “Lo importante es la participación. Dentro de los grupos de yoga y acuarela hay mucha gente del pueblo que puede realizar actividades gracias a la asociación. Eso es lo que realmente nos representa”, explica.

La participación, dice, es transversal. “Hay socios más activos, sobre todo los del grupo de música y los de la escuela de baile, que se implican mucho en las organizaciones, en la foliada y en otros proyectos”.

Fernández insiste en que “la clave está en hacer comunidad. La asociación es de todos y para todos”.

LA JUVENTUD Y EL RELEVO. Uno de los retos es implicar a la gente joven. “Animaría a los jóvenes a participar, a meterse en el mundo del baile y de la música tradicional, porque es algo que nos pertenece y que no se puede perder”, afirma.

A Chocolateira, el grupo de música de la asociación, participa con frecuencia en fiestas y festivales de otros municipios. “Es importante llevar nuestro trabajo más allá de A Pontenova. Formamos parte del proyecto Tradigalu de la Diputación de Lugo, y gracias a él tocamos en muchos lugares de la provincia”, explica con satisfacción.

También colaboran estrechamente con el colegio de A Pontenova. “Realizamos actividades con ellos por el Magosto y el Día de las Letras Gallegas. Este año, como estaba dedicado a las cantareiras, hicimos los Maios y aprovechamos para cantar cantigas con ellos. Es un orgullo llevarles la cultura tradicional a las nuevas generaciones”, dice con entusiasmo.

EL FUTURO, CON OPTIMISMO. Tania Fernández ve el futuro de la asociación con esperanza. “Cada vez hay más personas en las actividades, y eso es una señal positiva”, afirma. “En los pueblos pequeños es difícil acceder a ciertas propuestas culturales, pero gracias a las asociaciones se consigue mantener las tradiciones y crear comunidad”.

Para ella, Eco das Minas juega un papel fundamental en la conservación de la identidad local. “Confío en las generaciones que vienen. Creo que nuestro grupo y otros de otros pueblos van a seguir creciendo. La clave es no perder lo que somos”, reflexiona.

La presidenta destaca que el rural “necesita esa vida, esa unión que surge cuando se trabaja juntos por algo que nos representa”. La cultura, dice, “es el hilo que nos mantiene conectados”.

UNA FILOSOFÍA DE VIDA. Cuando se le pregunta qué mensaje quiere transmitir a la comunidad, Tania responde con claridad: “Hablaría de hacer comunidad sin perder nuestra identidad”. Y añade: “Tenemos que ayudar a que el rural crezca, siempre cuidando y respetando las costumbres de nuestros antepasados. Es importante mantenerse unidos por el pueblo y compartir lo vivido”.

Para ella, la música y la tradición no son solo una afición, sino una forma de entender la vida. “No queremos que la cultura quede en un museo, sino que siga viva, que se escuche y se baile”, resume.

Y mientras suena una gaita en las calles de A Pontenova, el eco de las minas continúa vivo, transformado ahora en un eco cultural que late con fuerza en el corazón de la villa.

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